"¡Guárdate de los idus de marzo!" Esta fue la célebre advertencia que hizo un adivino a Julio César, infausto presagio de lo que iba a suceder. El complot ya estaba urdido y los conspiradores, decididos a dar el golpe fatal. Tampoco las palabras de aviso del adivino fueron las únicas que escuchó César en los días previos al asesinato, pero era tan grande su confianza que las rechazó. En muchos aspectos, la de César fue una muerte anunciada.