La historia de Pink Floyd y la de Roger Waters son inseparables. Como solista, Waters demostró su poderío cuando recorrió el planeta montado en el espectáculo The Wall, donde volvió a construir ese muro monstruoso que separa a la gente y lo derribó noche tras noche. En la Argentina, colmó nueve veces el monumental estadio de River, generando un fenómeno sin precedentes. Acentuaría su tono político en la gira posterior, Us + Them. Se radicalizaría aún más con la gira siguiente, más parecida a una campaña política que a un recital de rock. Ha cumplido 80 años y está dispuesto a seguir luchando por sus ideales. ¿Hasta qué punto? Se lo ha acusado de nazi, de antisemita, de cómplice de dictadores, de izquierdista sin remedio, pero la mente de Roger Waters es un laberinto complejo y no siempre lineal. La pérdida de su padre en la Segunda Guerra Mundial lo traumó de por vida. Fundó Pink Floyd junto a Syd Barrett, Nick Mason y Rick Wright como una banda psicodélica en los 60. Luego Barrett enloquecería y David Gilmour ocupó su lugar. Con él a bordo crearon obras formidables como The Dark Side Of The Moon, Wish You Were Here y Animals, por nombrar algunas. Navegaron por el espacio del sonido y ofrecieron los shows más avanzados de su tiempo. Roger Waters abandonó Pink Floyd a mediados de los 80 y batalló contra Gilmour, que decidió seguir adelante con el grupo. Su carrera solista estuvo a la deriva hasta que volvió a amigarse con las canciones que escribió para Pink Floyd y las rescató para sus prodigiosas presentaciones, donde continúa denunciando la avaricia, la maldad y la impiedad del poder.