Todo Ahab necesita un Ismael que lo narre. Nuestro Ahab aquà es la pequeña Ana, una niña que asesinó en un hecho confuso y traumático a la madre y al amante de la madre, y que ahora en el reformatorio lee una versión infantil de Moby Dick. "¿Tienen algo en común Ana y el Capitán Ahab?", se pregunta el narrador de El cadáver imposible, "¿Quién no busca en este mundo su ballena blanca? ¿Cuál es la de la pequeña Ana?" El protagonista no es, sin embargo, la pequeña Ana, sino su narrador. Este hombre irritante se entera de que un Señor Editor está preparando una antologÃa de cuentos policiales y le envÃa una idea: en lugar de mandarle un cuento le envÃa la promesa de un cuento basado en la historia de Ana, de la que él fue testigo. Tiene confianza en que va a destacarse, no sólo por lo extraordinario del suceso, sino también porque él sabe que el resto de los escritores que participarán en la antologÃa la nutrirán con sucesos ingeniosos y malabares lingüÃsticos, pero ninguno ofrecerá tanta sangre, tantos crÃmenes, tantas mutilaciones, en resumen: tantos muertos, como él. Jugando con los nombres de personajes históricos que aportan en la trama el eco de la violencia histórica y polÃtica argentina, Feinmann se divierte y nos divierte con una trama tan intensa y perfecta que una productora de cine en Hollywood no pudo evitar plagiarla. PATRICIO ZUNINI